miércoles, 17 de noviembre de 2010

25 de Noviembre





En el frío de la noche

un jardinero cruel corta rosas de sangre

sobre la blanca sábana bordada con tu nombre.

Donde creció el rosal de una promesa efímera,

hoy florecen violetas con tu piel macerada.



Los pájaros ciegos del dolor beben tus lágrimas de silencio

y hielo.

El oráculo anuncia la desdicha que se cierne sobre tus sábados sin sol

en un casa sin ventanas ni esperanza de primavera.



Nadie oye tus gemidos entre un clamor de voces

que venden su miseria insolidaria y vana.



Huye , mujer, antes de que tu nombre firme con tinta negra

un final de puñales y sirenas.





***

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Miguel,poeta comprometido.Es tan importante alzar las voces ante este horror!.Me gusta.Marifé

XuanRata dijo...

Para escuchar este dolor silencioso hace falta silencio. Tus palabras abren el espacio necesario. Y ojalá en este caso haya más que palabras.

Isabel Barceló Chico dijo...

Maravilloso poema, Miguel, expresado con crudeza y delicadeza al mismo tiempo, con serenidad y sin ira, con un sentimiento profundo de solidaridad. Ojalá todos los hombres se expresaran (y actuaran) así. Un abrazo muy fuerte.

Alberto Granados dijo...

Magnífico, Miguel. Supera tu letanía.

Miguel Cobo dijo...

Marifé, Xuan, Isabel, Alberto...Vuestras palabras -como dice Xuan- ensanchan ese espacio de denuncia y solidaridad necesario para ir arrinconando cada día más a los maltratadores. Yo creo que llegará el día (no muy lejano) en que podremos incluirles en la lista de especies en "peligro" de extinción.

Gracias.

GLÒRIA dijo...

Miguel:
Un poema construido con palabras tan bellas como hirientes. ¡Huye mujer! ¡Cuánta pena hay en esta súplica!.

Concha Caballero dijo...

Miguel, qué sensibilidad tan clara y nueva tienes!