miércoles, 26 de agosto de 2009

Andén 2


Raudas las casas. Los viajeros transcurren
con sus fugaces rostros de lánguida impaciencia.
Pasa una nube, anuncia
la humedad de un deseo.
Te veo allí, recorres el andén
en el que vibra el aire como un beso
desprendido de un labio.
Hay un joven que espera. Se ha parado
el reloj en una vía muerta.
Pasa otro tren. Veloces ventanillas
visualizan tus gestos impasibles. Sus cristales
reflejan otros rostros con destinos inciertos.
El expreso chirría con rabia indiferente
su habitual desidia. Tú subiste a aquel tren
y de pronto el vacío maldijo los raíles.
Es el último adiós y ya no estás conmigo.
Canta Cesárea Évora y su morna nostálgica
licua tu recuerdo.

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